jueves, 6 de octubre de 2011

"Entendere": entiendo-escucho lo desconstruido

Por MaryCarmen Castillo Porras

El inicio de mi lectura de La verdad en pintura de Derrida y del texto A la escucha de Jean-Luc Nancy, me van llevando por el siguiente camino (que más bien parece obra negra, porque está en plena construcción):
            Las cosas, por sí mismas y cuando están sueltas, no tienen ningún sentido más allá del que les presta el diccionario (al que Cortázar llamaba “el cementerio”), sino que lo “adquieren” en su relación y diferencia con las otras cosas.
            Así Derrida descoloca –es decir, rompe su aparente linealidad- cada grama (letra, no por fuerza –en ningún caso por fuerza– escrita, sino como entidad/eslabón que está sujeto a la posibilidad de ser des-soldado del resto) y observa sus posibilidades (de sentido, interpretación, contexto y cualquier otra) desde ese otro lugar en el que lo ha colocado: al margen.
            Al proceder así, por diferencia y descolocación, se va conformando una suerte de marco que se antoja caótico, pero no lo es; simplemente, no funciona bajo ninguna lógica de interpretación semiótica, lingüística, ni tan siquiera filosófica. Funciona bajo su propia lógica, la cual va creándose y disolviéndose en un mismo momento cada vez.
            Se requiere que quien observa permanezca atento, callado y vacío, de manera que su pensamiento se convierta en caja de resonancia para “escuchar” el sentido, que se desdobla y desaparece, y aparece y nunca estuvo, de ese dibujo sin trazo que se va (des)dibujando en los márgenes: el párergon, el encuadre, también llamado passe-partout, el cual a su vez maneja Derrida como un “contorno vacío”.
            Se trata de observar las posibilidades de cada grama/eslabón como parte des-unida del texto al que pertenecía, mismo que, hasta la descolocación de sus partes, había dado la apariencia de unidad y coherencia sintáctica.
            Se (des)dibuja, pues, un encuadre con los mismos elementos, pero ya descolocados, los cuales al quedar separados y diferenciados, pierden su supuesto sentido y quedan “vacíos” de éste.
            Me adelanto y propongo que lo que quedará en lugar del texto, será ese “contorno vacío”, esa “llave maestra” (passe-partout) que le cierra la puerta al sentido aparente y abre posibilidades que no existen en el vacío dejado por el texto… como un cuadro del que la pintura ha desaparecido y más bien nunca existió, pues el cuadro en sí es el marco en el que se monta el vacío. En ese vacío está el sentido; y, por supuesto, no está, ¿cómo va a estarlo, si está vacío? Y precisamente porque no está (y por lo que ya no está) es que está ahí; donde no hay pintura, donde hay vacío encuadrado por las partes descolocadas y también vacías, ahí está el sentido entero pero en resonancia.       
          Y ahí no estará la diferenzia, operando como un latido o como si ante nuestros ojos pasara, intermitente y con mucha rapidez, un obstáculo que nos permitiera ver por un instante el sentido y al siguiente, nada. El sistema entero pulsará así, como un latido: “sentido-sin sentido-a la vista- no a la vista- presente-postergado-está-no está-existe-no existe”… Lo que se cree haber vislumbrado por un instante, al siguiente ya no estará ni estuvo nunca; en otras palabras, no vi nada, sino que entré en resonancia con los posibles del sentido; será un encuadre que “circula muy rápido entre sus posibles”.
            Sólo será capaz de no ver ese encuadre y la diferenzia resonando en el vacío aquel que se ubique en el descolocamiento y sólo podrá no pensar esto desde ese “otro” lugar que es la archi-escritura. La archi-escritura siempre como el Otro lugar por excelencia, pues no existe en sí, sino que es el lugar del descolocamiento y sólo le será posible ubicarse/descolocarse en él cuando esté resonando con la diferenzia.
            El procedimiento que acabo de describir es la mirada y el lugar que yo entiendo –j’entends, a la manera de Jean-Luc Nancy– por desconstrucción.

1 comentario:

  1. Si, el sentido siempre se escapa, el lenguaje siempre se escapa, nunca lo cogemos en el aire...

    La deconstruccion permitiría ver "las resonancias del sentido" y así desarmar completamente cualquier discurso...

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